Por Alejo Rivas Devecchi
Nota para El Español en Australia y Rebelion.org el 17 de mayo 2004
El pasado miércoles, apenas pasada la medianoche, el Senado de la República Oriental del Uruguay votó, por 17 votos opuestos y 13 a favor, contra de un proyecto de ley ya aprobado en Diputados que despenalizaría el aborto.
Votaron a favor todos los legisladores del Encuentro Progresista (que congrega los partidos de izquierda) menos uno, uno del Nuevo Espacio y uno blanco. Votaron en contra todos los senadores de los partidos tradicionales (menos el nombrado), entre ellos - como Judas - una mujer, Julia Pou. Otros senadores se retiraron de sala en el momento de la votación, demostrando la importancia que le atribuían al tema.
La opinión de la ciudadanía
Las encuestas de opinión realizadas antes de que se tratara la ley en ambas cámaras arroja un amplio margen de aprobación en la población.
El 63% de los encuestados está a favor de la despenalización.
El 61% están en contra de que el presidente vete la ley, si es aprobada por el Parlamento; cosa que el mandatario ya había anunciado que haría.
Pero el Senado del Uruguay tiene, al igual que el presidente, un concepto muy “particular” de la Democracia. Para ellos sus compromisos con otras instituciones, poderes y gobiernos son mucho mas importantes que la voluntad de los que para otros - mucho mas hombres que estos - fueran la “presencia soberana”.
Una cuestión de mujeres
Cabe preguntarse porqué un tema que padecen pura y exclusivamente las mujeres, ha sido tratado, discutido, y decidido, casi exclusivamente por hombres.
Entre los partidarios de la prohibición del aborto se encuentra la Iglesia en primera fila. Una Iglesia que integran y dirigen exclusivamente hombres, que asigna a la mujer un papel mas servil y secundario que el que para ellas reserva nuestra actual sociedad discriminatoria. Estos “hombres” son, además, víctimas de enorme represión sexual, con las patologías psicológicas que esto acarrea. Patologías que los llevan, entre otras aberraciones, a abusar sexualmente de niños muchas mas veces de las que la propia Iglesia, y nuestro lamentable sistema social, reconocen.
Otra Institución que, como vimos, se ha declarado en contra de la despenalización del aborto, es el Senado del Uruguay. Institución que integran, casualmente, 29 hombres y tres mujeres.
Por el contrario, las instituciones integradas por hombres y mujeres en similar porcentaje, se manifiestan partidarias de la despenalización. Es el caso del Sindicato Médico del Uruguay, Institución gremial de los profesionales de la salud.
El 27 de abril, el Comité Ejecutivo del SMU emitió una declaración en la que afirma entre otras cosas que “La legislación actual en Uruguay viola todas y cada una de las principales características de la Asistencia en salud, que debe ser integral, universal, accesible, continua, oportuna, eficiente, económica, humana, y adaptable. Dicha legislación , además, no ha logrado abatir el número de abortos sino que ha contribuido a su incremento.”
Mas adelante, la misma declaración explica que “Ha quedado demostrado en forma científica, mas allá de credos, opiniones o valoraciones religiosas, filosóficas y políticas, que la despenalización del aborto lleva a una disminución del número de abortos provocados y a una drástica reducción de la mortalidad materna y del feto.
Es en este marco teórico que el SMU considera su deber expresar su posición a favor de la despenalización del aborto”.
Pero para los senadores uruguayos es mas válida la opinión de una Iglesia en la que abunda la pedofilia, que la de los profesionales de la salud, que al cabo son los que intentan salvar las vidas que sus legislaciones condenan.
La experiencia de los países civilizados
El Parlamento Europeo aprobó una resolución que pide legalizar el aborto en toda la Unión Europea e incluye la recomendación de que la píldora del día después se venda sin receta y a precios accesibles.
Según la Asociación de Salud Pública de Australia, cuando el aborto es realizado por personal calificado, bajo condiciones de higiene adecuadas, es un procedimiento sencillo. El riesgo de muerte es 100 a 500 veces mayor si la operación se realiza en condiciones adversas.
La experiencia rumana al respecto es significativa. Rumania aumentó sus niveles de mortalidad materna a 10 veces la taza promedio europea al penalizar el aborto en 1966. Esta cifra se redujo al 40% en 1990 cuando el nuevo gobierno legalizó el aborto.
A la luz de estas y otras consideraciones la Asociación de Salud Pública de Australia adoptó en su Reunión anual de 1989 y amplió en 1996 una resolución que dice en parte de su articulado:
“...antes de 1971, el aborto (ilegal) era significativa causa de muerte materna en Australia. Desde entonces, las muertes por aborto (legal) han sido muy raras, y generalmente asociadas a serios problemas de salud previos.
Gran proporción de las mujeres australianas sufren un aborto en algún período de su vida reproductiva. El aborto terapéutico es el tercer procedimiento ginecológico mas frecuente.
Toda referencia al aborto debe ser eliminada del Código Penal y ser regulada bajo la legislación de cuidado de salud, como lo son los demás servicios médicos.”
En resumen, los hombres que detentan el poder en el Uruguay, deciden en contra de la opinión de los profesionales de la salud, en contra de la opinión de los países civilizados y en contra de la ciudadanía que les otorgó sus cargos y financia sus lujos con sus privaciones; que las mujeres uruguayas van a seguir muriendo, da vergüenza.
lunes, diciembre 19, 2005
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1 comentarios:
De acuerdo. Ver mi blog:
handlerpablo.blogspot.com
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