lunes, abril 17, 2006

Murió Harry Siedler, una mala noticia, aunque no para todos.


Hace unos días murió uno de los arquitectos australianos que se ganó mi respeto, de hecho el que más. Con esta partida, Australia no sólo pierde un creador, sino que también pierde un crítico de las políticas fascistas que el gobierno nacional lleva adelante respecto a la inmigración, y de las políticas de discriminación cultural iletrada que practican los concejos locales.

Harry Siedler nació en Viena en 1923, en 1938 escapó a Inglaterra, donde fue encarcelado por el delito de haber nacido en Austria. Estuvo dos años preso, primero en la isla de Man y luego en Canadá. Ese período de prisión injusta marcó profundamente su visión de la realidad, igual que Cervantes en su cárcel africana, Siedler aprendió en carne propia el significado de la libertad para el hombre. A 65 años de su encarcelamiento, el arquitecto decía ver en el tratamiento que el gobierno australiano brinda a los emigrantes que no pudieron conseguir su residencia, una copia exacta de la injusticia que él mismo vivió.

“Un grave acto de inhumanidad” dijo, refiriéndose a la prisión a que son sometidos los inmigrantes, en una entrevista con Jo Mazzocchi en 2003. Al contrario que las teorías de los seguidores de Pauline Hanson, y demás líderes de ultraderecha, acerca de la alta criminalidad en los inmigrantes; Siedler se refería entonces, con la autoridad que da la experiencia propia, a la actitud de los inmigrantes: “ Si hacen sus maletas y dejan su casa, están tan desesperados que deben escapar, pregunte a cualquier psicólogo, son potencialmente excelentes ciudadanos. Sus hijos obtienen las más altas calificaciones en la escuela y en el HSC, y eso que no sabían ni hablar inglés cuando empezaron”, explicó.

Como suele hacer el poder con sus detractores, el aparato burocrático australiano hizo el intento de deshacerse de Harry Siedler. En julio del año pasado, su ciudadanía australiana fue revocada. Al parecer no se habían dado cuenta que este hombre había sido nombrado Compañero de la Orden de Australia, Medalla de oro del Royal Australian Institute of Architects (RAIA), y del Royal Institute of British Architects (RIBA). El intento no prosperó, al parecer no era momento de pasar tal vergüenza, pero valía el intento.

Con respecto a la política que practican los concejos comunales (Councils), Siedler escribió en 2004 una nota para Architecture Australia, la revista del RAIA. En esa nota el arquitecto criticaba a los planners que tienen la responsabilidad de informar al concejo acerca de las solicitudes de permisos de construcción. Estos profesionales de las reglamentaciones, no tienen formación estética y por lo tanto ningún criterio por el cual puedan opinar, mucho menos juzgar las propuestas de los arquitectos. Sin embargo, en contra de la propia reglamentación que en ningún artículo los habilita, rechazan proyectos basándose en criterios estéticos que, obviamente, desconocen. La de el arquitecto Siedler fue una de las pocas voces que escuché levantarse contra esta práctica arbitraria y primitivamente discriminatoria, mientras el propio RAIA mantenía un silencio sumiso y cómplice. Por desgracia, los únicos que pierden son los ciudadanos y el medio ambiente en que habitan.

En resumen, vamos a extrañar un profesional de la talla de Siedler, cada vez que veamos edificios como el Australia Square, el MLC Centre, el Blues Point Toser, y los más recientes, el Ian Thorpe Aquatic Centre en Ultimo y la Meriton Tower en George Street, nos quedaremos con la sensación que nos perdimos algunos otros, hasta mejores, que el creador no tuvo tiempo de materializar. Pero yo creo que lo que más voy a extrañar es al hombre que no dudaba en plantarse frente a la injusticia y alzar su voz bien alto para que los injustos de turno lo escucharan.
 
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