lunes, diciembre 19, 2005

Los nuevos inquisidores y la ciencia

Por Alejo Rivas Devecchi

(Nota publicada en El Español en Australia el 27.9.2005)

Un juez federal de Pensylvania actuará desde el lunes en la una causa que, según las partes, marcará las reglas fundamentales acerca del futuro de la enseñanza científica en Estados Unidos. El tema en debate será el “diseño inteligente”, los neoconservadores argumentan que la estructura de la vida en la Tierra es demasiado compleja como para ser fruto de la evolución por selección natural, cuestionando la teoría evolutiva de Darwin y Wallace expuesta en “El origen de las especies” en 1859. En su lugar, los revisionistas insisten en adjudicar su creación a la intervención de un agente inteligente, Dios.

La primera pregunta que surge entonces es ¿qué dios?. Según la cosmogonía maya, al principio "Todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado y vacía la extensión del cielo… no había todavía un hombre, ni un animal…"No se manifiesta la faz de la tierra. Solo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión…"Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Solo el Creador, Tepeu y el Formador Gucumatz, los progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad.

Tepeu y Gucumatz "consultando entre si y meditando se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento".

El Popol Vuh narra con la Energía Cósmica Inteligente que tenía la forma de elementos físicos se combinó y dio lugar a la aparición de la vida vegetal y animal hasta llegar a su producto y expresión perfecta de sí misma: La mente humana, capaz de poder desarrollar de la materia al espíritu, de la serpiente al Águila, de hombre a Dios.

También se puede leer en el I-King, libro de las transformaciones, que los chinos suponen escrito por Fo.hi, siglos antes de los tiempos históricos, “en un principio sólo existía un ser indistinto, confuso, una especie de caos”. Este ser sin nombre dio vida a Yan, principio masculino y a Yin, principio femenino: Yan considerado como principio espiritual y perfecto llamado también cielo (Tien) y productor de los seres espirituales y Yin, denominado asimismo Tierra y productor de los seres corpóreos. Cielo y Tierra estaban tan perfectamente unidos que no podía considerárseles en absoluto como dos; más bien eran las dos manifestaciones de uno mismo o lo que los chinos denominaban Tai Ki.

Los egipcios admitían tres grandes divinidades creadoras: Ptah, Ra y Thoth. Ptah (el que abre) era probablemente el dios del fuego cósmico, el cual preparó la materia que había de organizar Amon-Ra. Ra, es según la opinión popular, el ánima mundi; según los sacerdotes era el creador por excelencia. Y Thoth, originariamente la luna, aparece como el principio de la inteligencia creadora y en él eran adoradas las ocho fuerzas cósmicas llamadas Sesennu.

Para los fenicios, las primeras cosas que existieron fueron el tiempo, el deseo y la noche; de la unión de los dos últimos nacieron el éter (aire masculino) y el aura (aire femenino) que uniéndose formaron un huevo del que salió el mundo.

En Grecia, los temas principales de la creación se relatan en la Teogonía de Hesíodo, son: El acceso a la existencia del caos, la Tierra, Eros, el Cielo y la primera generación de los dioses; la castración del Cielo por Cronos, y su hijo, a instigación de su madre, la Tierra; Zeus se libra de ser devorado por su padre Cronos; la lucha victoriosa de Zeus y los dioses olímpicos contra los titanes.

La cosmogonía de los judíos está registrada en los nueve primeros capítulos de la Biblia. Los mensajes fundamentales de esta narración son: que hay un Creador de todo el universo; que este Creador es el único Dios, que trasciende a su creación; que esa creación es básicamente buena, que el hombre y la mujer fueron creados con la misma dignidad, y fueron invitados a una comunión con su Creador. La narración bíblica de la creación expresa la bondad fundamental del mundo creado y el señorío del ser humano sobre él. El papel del pecado como origen de los males del mundo no constituye un destino definitivo, sino que queda abierto a la labor del propio Dios como salvador y redentor del hombre, que tiene la posibilidad de acogerse a ese ofrecimiento misericordioso. Esta cosmogonía es compartida por la visión cristiana, aunque ésta añade que la esperanza en el Mesías se ha cumplido ya en Jesús de Nazaret, y , casi completamente, por la árabe que introduce las enseñanzas de su profeta Mahoma.

Según la cosmogonía japonesa, en el principio, solo había el caos infinito sin forma. En él cristalizó Takamagahara, la Alta Planicie Celestial. En él surgieron las tres divinidades creadoras: Ame no Minaka-nushi no kami ("El dios del augusto centro del cielo"), Takami-musubi no kami ("divinidad de la alta y augusta fuerza activa de la procreación") y Kami-musubi no kami ("divinidad de la fuerza activa divina de la procreación"). En aquel entonces el mundo aun no era sólido, parecía aceite y flotaba como una medusa. De allí emergieron otros dos dioses que, con los dos anteriores, son las cinco divinidades primordiales: Umashi-ashikabi-hikoji no kami y Ame-no-Tokotachi no kami. A continuación surgieron otras siete generaciones de dioses, cada una formada por un dios y una diosa, que culminaron en Izanagi no mikoto ("el hombre augusto que invita") e Izanami no mikoto ("la mujer augusta que invita"), la pareja primordial».

También podríamos citar las cosmogonías persa, la charrúa, la quechua, la de los escandinavos, el génesis Maya-Quiche, la mitología de los indígenas chibchas y huitotos, la de los aborígenes australianos y los maoríes de Nueva Zelanda, y seguir indefinidamente. Cada civilización interpretó el mundo y los fenómenos de la naturaleza a su modo, que consideró el mejor para transmitir a sus futuras generaciones enseñanzas fundamentales para la vida en sociedad.

Pero el conocimiento maduró, aparecieron ciencias que no dependen de la tradición oral, con metodología basada en conceptos formales, en lugar de la fe. La ciencia no desconoce el papel de la religión y la tradición como depositaria de la vida espiritual de la gente, pero parecía ya superada su ingerencia en el conocimiento científico. Muchos creímos que los tribunales de la Santa Inquisición eran sólo un triste recuerdo de una época oscura pero, al parecer, las nubes vuelven a oscurecer el panorama y el sonido de los potros de tortura resuena otra vez.

No es para preocuparse mucho, pese a ellos la tierra continúa girando alrededor del sol. Y contra los genuflexos Ptolomeos, que escriban teorías dictadas a su oído por la voz del poder, siempre se alzarán los Galilei, para asegurar a nuestros hijos que la Tierra “Eppur si move”.

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