lunes, diciembre 19, 2005

Todo el mundo de pie, falleció el general

Por Alejo Rivas Devecchi

Nota para El Español en Australia el 24 de agosto 2004

El sábado pasado murió Liber Seregni, en su casa rodeado por sus familiares, víctima de una grave dolencia.

Sus restos fueron velados en el Palacio Legislativo. A partir de las 8.00 de la mañana del domingo, el velatorio se cumplirá en la sede del Frente Amplio y a las 14.00 horas será sepultado en el Cementerio Central, con honores de Ministro de Estado

Miles de personas acudieron a su domicilio y a los lugares de su velatorio a rendir su último tributo al "general del pueblo".

"Los honores de Ministro de Estado se le rendirán en reconocimiento a sus aportes a la vida democrática, porque nunca ocupó ningún cargo de gobierno ni legislativo", comentó ayer el ministro de Defensa, Judas, digo Yamandú Fau.

Uno de los estigmas del emigrante es faltar en momentos que quisiéramos estar. Sí, estamos desde lejos, pero no es lo mismo. Me dolió cuando se fue mi abuelo, y me duele hoy cuando se va otro de mis abuelos. Uno con el que nunca hablé personalmente, pero que, igual que el otro, nunca me defraudó.

Los comunistas, como todos los frentistas de mi generación, conservamos una imagen impecable de Liber Seregni, que en mucho nos recuerda al otro General del Pueblo, salvando las distancias temporales, pero reconociendo las coincidencias en calidad humana. Siempre que pienso en ellos me acuerdo de una frase de una crónica referida Don José, pero que me parece aplicable a los dos, “en nada parecía un general”.

Mucho nos hablaron nuestros mayores de el Seregni represor, pero nosotros nunca lo pudimos identificar con el hombre que dedicó su vida a la causa de la libertad, y fue castigado duramente por eso a manos de sus indignos “compañeros de armas”.

También nos entristece que los hoy encargados de homenajearlo, y de atribuirle honores de Ministro de Estado, tampoco sean dignos de despedirlo. Pero eso no hace mella a la partida de este grande. Detrás de los uniformes, de las galas, y de los discursos oficiales, está despidiéndolo su pueblo, el único que en realidad va a sentir su falta. Porque esa gente bien sabe qué difícil será encontrar otro que asuma su causa como él.

Al escribir sobre su partida, las teclas me son pocas para llenar el agujero, sólo me queda recordarlo con sus propias palabras,

“La línea divisoria no corre más entre lemas o tradiciones partidarias, sino entre quienes quieren mantener un sistema de violencia, oligárquico y antipopular, y quienes desean los cambios de estructuras ya caducas, para poder alcanzar la liberación nacional, la verdadera democracia, la justicia social. La línea divisoria está trazada hoy entre la oligarquía y el pueblo”.

Liber Seregni 26 de marzo de 1971

Tan vigente como si lo hubiera dicho ayer.

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