lunes, diciembre 19, 2005

Don José Artigas , el señor que resplandece

Por Alejo Rivas Devecchi

Publicada en El Español en Australia en abril 2003

“¿Quién es ese genio maléfico, quien es ese hombre turbulento que siembra época tan infausta en los anales del orbe pensador?”
El pasado jueves 19 se conmemoró otro aniversario del cumpleaños de José Artigas. En esa ocasión, como ha sido costumbre en los últimos años, El Consulado del Uruguay organizó un acto en la plaza donde se encuentra su busto y el de otros grandes de Americalapobre, diría Peloduro.

El aniversario es una buena ocasión para dar un repaso a su legado, limpiar un poco las ideas, borrar una cantidad de mentiras que nos contaron en la escuela y liceo, y decir algunas verdades que, con conocimiento o sin él, nos ocultaron.

¿Orientales o Uruguayos?

“ Los fundadores del Estado Oriental, los inventores de la Constitución de 1830, servidores de la política británica y su engendro de mini’estado tapón, quisieron borrar a Artigas de la historia.

El 18 de julio de 1830 los poderosos terratenientes y los embajadores imperiales tenían mucho que festejar. Se alegraban porque la nueva constitución negaba los derechos democráticos de las mayorías, porque Artigas estaba bien lejos y ya no volvería vivo, y porque los cahrrúas, memoria fiel de su proyecto multicultural, iban a ser exterminados.”

Así comienza Gonzalo Abella su libro “Artigas, el resplandor desconocido”. Por eso a esta altura de la historieta, cuando en el cumpleaños del querido viejo se organiza algo en su recuerdo, es como mínimo irónico que lo haga la representación del Uruguay, o en todo caso sólo esa representación.

Porque si hay algo que por mas que nos hayan querido convencer ya nadie se traga es que el Artigas haya sido el fundador del Estado Oriental. Al respecto es muy claro Juan Carlos Espeche, en su libro “Federación o Muerte ¿ Orientales o Uruguayos?: “El Proyecto Nacional Artiguista y de sus Pueblos Libres Federales, está confirmado por las declaraciones del Jefe, su conducta, y la sangre de sus paisanos. Jamás soñó el General Artigas con una "República Uruguaya", ni con la desmembración de Entre Ríos, Cuyo o Córdoba, para convertirlas en "naciones" ajenas a la Nación.”

Y remarca: En su patriotismo y visión de caudillo rioplatense, "ni por asomo", éstas son sus palabras, estuvo la idea de disfrazar a la Soberanía de los Pueblos con una falsa "independencia", otorgada por el extranjero, maniobrada por el Brasil --al fracasar en su intento Cisplatino-- y por cosecuencia "independencia" inaceptable para la Federación y para los orientales.”

La Leyenda Negra

Ya desde 1814 Artigas venía siendo una molestia para los gobernantes de turno

En 1818, Pueyrredón hizo publicar un libelo redactado por Pedro Feliciano Saín de Cavia, entonces funcionario de la Secretaria del Directorio, que comienza: “¿Quién es ese genio maléfico, quien es ese hombre turbulento que siembra época tan infausta en los anales del orbe pensador?

Y continúa: En su juventud fue un facineroso... Capitán de bandidos, jefe de changadores y contrabandistas”. Después, “un patriota intruso, accidental y por motivos innobles; inobediente, rebelde, desertor, turbulento; seductor de los pueblos, anarquista, apóstol de la mentira, hipócrita; propagandista de máximas erróneas, de teorías falsas, de principios antisociales; inmoral, corrompido, libertino; promotor de la guerra civil, renovador y continuador de ella, terrorista furioso (cualquier semejanza con Bush no es pura coincidencia); hombre despechado, autor de una nueva política de ignorancia, de prostitución, de trastorno universal, oprobio del siglo XIX, afrenta al género humano, deshonor de América...”.

No por casualidad el que fuera primer presidente del Estado Oriental, Fructuoso Rivera, cuando era obsecuente servidor del invasor portugués, bajo las órdenes del Barón de la Laguna; escribió a Ramírez: “...que usted acabe con Artigas y para eso contribuirá con cuantos auxilios estén en su pode ... Con respecto a que yo vaya a ayudarle , puedo asegurarle que lo conseguiré para ultimar al tirano de nuestra tierra.” (carta publicada por Antonio Freitas en 1944 y Oscar Montaño en 1997)

Consecuente con esta política el fundador del Partido Colorado, encabezó la emboscada traicionera de Salsipuedes el 11 de abril de 1831; el degollamiento masivo de hombres, mujeres, y niños charruas, ayudado esta vez por el argentino Lavalle y el exterminador de indígenas brasilero Rodríguez Barboza.

Complementó este genocidio con la subasta de las muchachas charrúas en Durazno, la distribución de niños charrúas entre familias montevideanas como mascotas, el enjaulamiento y envío a un circo francés de cuatro charrúas, la masacre de niños charrúas en La estancia del Viejo Bonifacio, y las masacres sucesivas por el Queguay.

Cambios de imagen

No cabe duda, los gobernantes de los nuevos estados pobreamericanos, nacidos de la descuartización de la Federación Artiguista, no lo querían vivo.

Abella explica el porqué, identificando cuatro simples imágenes de Artigas después de su muerte en 1850:

La primera imagen fue la llamada “Leyenda Negra”, creada por los liberales porteños y montevideanos para calumniarlo.

La segunda imagen: un héroe de bronce, guerrero joven y fornido en un caballo monumental. Sus frases democráticas, mutiladas de sus reflexiones sociales y multiculturales, lo presentan como un recitador del credo liberal democrático’republicano.

Una tercera imagen aparece entre los blancos nacionalistas y se modifica en la óptica marxista de los años sesenta. Un Artigas partidario de la integración americana, federal, enemigo del unitarismo porteño y del centralismo montevideano, y en un compromiso de vida , inclaudicable, con los mas oprimidos y marginados. Redescubrieron al Artigas de los de abajo.

Pero Abella se queda con una cuarta imagen: la del Artigas como precursor de procesos participativos multiculturales, expresadas claramente en su programa de respeto a la diversidad cultural y a la integración continental desde “la soberanía particular de los pueblos”, como él decía.

Agrega que la Federación de Artigas no era tanto de provincias como de culturas, hermanadas primero en el suelo charrúa y después en toda la gran Cuenca Platense.

La vejez fecunda

Otro período de la vida del viejo monstruoso, que nuestra educación curricular nos ocultó sistemáticamente, fueron los últimos treinta años de su vida. Acaso uno de los aportes bibliográficos que más significativamente sintetiza la importancia de Artigas como líder continental en el Paraguay sea el trabajo del oficial Olivencia. En él se cuenta la odisea de un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas uruguayas que en 1950 decidieron llevar hasta Curuguaty un inmenso trozo de granito uruguayo.

Al llegar , luego de forzadas jornadas, supieron que Artigas era aún recordado con veneración por los indios, cuyos bisabuelos le habían llamado en vida “Oevara Karaí”, el Señor que Resplandece. A tal punto era sagrado el lugar donde viviera el Oevara Karaí, que los oficiales en cuestión fueron testigos, entre otros, de un episodio extraordinario: Por ese entonces vivía en Curuguaty un indígena proveniente de pagos lejanos a los que no podía volver porque había cometido un grave crimen que era castigado con la muerte. Pero en Curuguaty estaba a salvo, ya que no lo podían matar en terreno sagrado, lugar que su pueblo tenía en custodia.

Joaquín Lencina

Un personaje estrechamente vinculado al viejo, sobre el que también se nos ha ocultado mucho, es Ansina. Fugado adolescente, capturado en alta mar y revendido como esclavo en Brasil ─integrante de las sociedades secretas libertarias afrobrasileñas, asesor de Artigas para asuntos afroamericanos por 55 años─ Ansina fue además poeta y documentador de la epopeya.

Las organizaciones libertarias afroamericanas tejieron redes solidarias para sus miembros. Redes secretas que iban desde Haití a Montevideo, y por el Oeste hasta Colombia y los yungas altiplánicos del sur. Estas redes se encubrieron con rituales religiosos africanos sincréticos y su presencia explica algunos sucesos extraordinarios de la historia americana.

Escribió Ansina sobre sí mismo:

“Ansina me llaman

y ansina soy

sólo Artigas sabe

hacia donde voy”

y escribió sobre Don José:

“lo que soñó el patriarca te diré:

el genio de tu raza de volcán

mezcla de Tupac Amaru el rebelde

y del invencible Caupolicán”

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