domingo, mayo 20, 2007

El papa fue a Brasil, donde más clientes está perdiendo



Por Alejo Rivas Devecchi

El miércoles pasado, el papa llegó a Brasil para una visita oficial que durará hasta el próximo lunes. Durante su estancia en el país con la mayor población católica del mundo contemporáneo, el soberano absoluto del último estado totalitario de Europa tiene entre sus actividades programadas, la canonización del primer santo brasileño y la inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Extraoficialmente, se maneja como razón de peso para esta visita el hecho que, aunque Brasil es el país con mayor población católica del planeta, el número de fieles disminuye a pasos agigantados. Concretamente, el número total de practicantes católicos en Brasil disminuyó del 74 a 64 por ciento de la población del país (mas de dieciocho millones de fieles) en los últimos diez años, según una encuesta de Datafolha del seis de mayo de 2007.

La misma encuesta confirma además que, sin embargo, estos millones de ex-católicos no pierden su fe religiosa, sino que la reorientan. En efecto, el 97 por ciento de los brasileños creen actualmente en Dios, pero muchos migran a otras sectas religiosas. La mayoría de estos “emigrantes de fe” se vuelven adeptos de varias modalidades de la iglesia evangélica. Estas congregaciones religiosas son particularmente fuertes en las grandes ciudades, donde congregan un 29 por ciento de la población, mientras los católicos reúnen un 55 por ciento de los pobladores.

El éxito de estas “nuevas iglesias” que los católicos llaman sectas, se basa según los especialistas en el tema, en una estrategia de marketing agresiva. Campos Gomes, especialista de la Universidad Federal de Río de Janeiro asegura que "Las Iglesias pentecostales llegan a donde la Iglesia Católica no entra. Estimulan la incorporación de personas a la sociedad a través de diferentes redes de sociabilidad".

Del mismo modo que el Vaticano no ha prestado mayor atención a los innumerables casos de curas, obispos y otras autoridades de la iglesia católica que fueron denunciados y condenados por delitos sexuales contra niños en todo el mundo; los numerosos escándalos que involucraron a pastores de estas iglesias evangelistas no parecen ser un problema para que se les sigan sumando nuevos fieles.

Tampoco parece que los nuevos fieles tengan problemas con respecto a las fortunas que amasan los predicadores evangelistas como el famoso Jimmy Swaggart, cuya operación televisiva a fines de los años ochenta en Estados Unidos registró más de 150 millones de dólares anuales. En Brasil hay varios casos del mismo tenor, como el de la pareja de predicadores Estevam Hernandes Filho y Sonia Haddad Moraes Hernández, que se encuentran actualmente presos en Miami, acusados de utilizar los donativos de los fieles para adquirir mansiones, haciendas de caballos y otras propiedades de lujo en Brasil y Estados Unidos.

Los gays, por su parte, constituyen otro grupo que la iglesia católica está perdiendo. Concretamente durante la visita del papa a Brasil, la comunidad homosexual organizó una demostración de protesta en la ciudad de Salvador, del estado de Sao Paulo, exigiendo que el pontífice pidiera perdón por haber dicho que el "homosexualismo es intrínsecamente malo" y que los casamientos de gays son "inmorales" y "nocivos".

En resumen, parece que la institución que ha reunido mayor cantidad de fieles en los últimos dos milenios en el mundo occidental, está entrando en decadencia. También parece que sus dirigentes no están por la labor de adaptar su métodos y discursos para evitar la crisis que parece avecinarse. No es extraño, ya que son ellos mismos los que se niegan a reconocer la validez de la teoría de Darwin, que claramente explica que sólo sobrevive el que se adapta.
 
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