viernes, junio 29, 2007

Dentro del mismo reino, algunos son más animales que otros


Por Alejo Rivas Devecchi

El pasado domingo 17 se reunieron 18 mil aficionados a la tauromaquia en la Plaza de toros de Barcelona para asistir a la vuelta a las ruedas de José Tomás, un famoso torero que se había mantenido por una temporada alejado de las corridas. Del lado de afuera de las paredes de la plaza, cientos de manifestantes reclamaban que se cumpla la ley de defensa de los derechos de los animales acabando con la crueldad que se llevaba a cabo adentro.

La corrida del domingo vino a reavivar una polémica que ya lleva años. Por un lado los defensores de los derechos de los animales plantean que las corridas de toros son un espectáculo cruel que debe ser abolido. Los activistas plantean que el espectáculo puede realizarse sin matar ni martirizar al animal. Por otro lado los defensores de la tauromaquia, que en su mayoría amasan fortunas provenientes de esa actividad, defienden las corridas argumentando que forman parte de la tradición española y que los bovinos mueren diariamente en los mataderos de todos modos.

Por su parte la ministra de Cultura, Carmen Calvo, se posiciona como defensora del espectáculo, "los aficionados a los toros deben tener derecho a ir a los espectáculos taurinos sin ningún tipo de presión" comentó refiriéndose a la protesta del domingo y agregó que "ni por la vía de la presión ni por las leyes van a desaparecer las corridas". La ministra recordó que las corridas de toros son un espectáculo legal en España. "Las corridas son un espectáculo que tiene que ver con las tradiciones españolas y que son absolutamente legales", comentó la ministra a la prensa.


La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, por el contrario, propone hacer graduales reformas legales tendientes a acabar con “la fiesta taurina”. Según Narbona, el primer paso sería impedir que se mate al toro en el ruedo, como ocurre en las corridas de Portugal. La ministra agregó que sus declaraciones sólo reflejan una opinión personal. "Hay que hacerlo gradualmente y quizá ya en la próxima legislatura, pero tenemos que intentar evitar, al menos, ese momento sangriento final del toro", dijo la ministra al respecto y agregó que Europa se opone a la crueldad contra los animales. "Ya en el Parlamento Europeo hay una oposición cada vez mayor y, además, transversal, con detractores de los espectáculos taurinos en todos los partidos políticos", aseguró y agregó que el mismo rechazo se produce contra la caza del zorro.

En noviembre de 2006, el fiscal coordinador de Medio Ambiente y Urbanismo, Antonio Vercher, propuso al gobierno una legislación por la cual se prevé castigar con entre tres y seis meses de prisión a quien castigue animales domésticos "injustificadamente y con ensañamiento" causándoles la muerte o lesiones que produzcan un menoscabo físico.
Pero no todos los animales reciben la gracia del perdón, esta reforma no afecta a las corridas de toros ni a fiestas tradicionales de los pueblos.
Durante la corrida los banderilleros clavan en el lomo del toro una serie de lanzetas (banderillas) de poco más de medio metro de longitud, con punta de arpón que impide que se caigan. Además de ocasionar el sangrado en el toro, las banderillas coloridas son consideradas por los taurinos como adornos. La corrida culmina normalmente con la muerte del toro, que el torero causa con un estoque que se clava entre los omóplatos del toro para llegar a su corazón. Pero esto generalmente no sucede de primera, porque es necesaria mucha precisión, y el torero sigue intentando. Si no consigue matar al toro en dos o tres veces, se toma un estoque con un tope cerca de la punta y se clava entre las cervicales del toro para cortar la médula espinal (descabello). Si el toro cae pero no muere, un mozo le da la “puntilla”, con un puñal corto, del mismo modo que en el descabello.
La corrida es la más vigente pero no la más violenta de las tradiciones españolas, durante la celebración de las fiestas de los pueblos se incluyen frecuentemente espectáculos particularmente crueles con los animales.

El toro de la Vega.

Es una fiesta que se celebra el segundo martes de septiembre en Tordesillas según una tradición que data del siglo XV. El toro es perseguido en la llanura del río Duero por lanceros a caballo que tienen que matarlo. Hasta hace unos años, el que lograba derribar al animal tenía derecho a cortarle los testículos, recientemente este final de fiesta se ha eliminado.



Toro de San Juan.
Esta fiesta que data del siglo XVI, se celebra entre el 23 y el 28 de junio en Coria (Cáceres). El toro es soltado dentro del recinto amurallado de la ciudad y se le lanzan soplillos (gruesos alfileres) que se clavan en su piel. Después se le dispara un tiro. Esta celebración está declarada bien de interés turístico.


La cabra del campanario
Era una celebración del pueblo de Manganeses de la Polvorosa, Zamora. Consistía literalmente en arrojar una cabra desde el campanario de su iglesia. Desde el año 2000 la práctica ha sido prohibida, ahora lanzan una de cartón piedra.

Los gallos de guarrate

En Zamora, los jóvenes del pueblo, pasaban a ser hombres montados a caballo y blandiendo una espada. Con ella tenían que descuartizar los gallos colgados en la plaza. Otra fiesta afortunadamente cancelada.

La pava de Cazalilla
Siguiendo una tradición que data del siglo XIX, los vecinos de la localidad de Cazalilla, en Jaén, tiran una pava desde el campanario de la Iglesia. La tradición augura buena suerte para quien la atrape. El Ayuntamiento ha sido sancionado por permitirlo.

Estas son sólo algunas de las fiestas con el maltrato a animales como atracción principal, por suerte la mayoría ya han sido prohibidas. Pero las autoridades que se enorgullecen de defender a pavos, cabras perros y gatos, se hacen virtualmente los osos cuando de toros se trata. Estos animales parecen haber cometido algún pecado ancestral que los españoles se han encargado de hacerles pagar desde hace siglos.
 
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