domingo, mayo 14, 2006

El sello de Hoy

Por Alejo Rivas Devecchi

La semana pasada se destapó la que parece ser una de las mayores estafas de los últimos tiempos en España. La Fiscalía Anticorrupción acusó a las empresas Afinsa Bienes Tangibles y Forum Filatélico de estafa a sus inversores, el desfase patrimonial de las dos empresas suma 3.522 millones de euros y afecta a unos 350.000 pequeños inversionistas. El sábado 13, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ordenó la prisión incondicional del presidente de Fórum Filatélico, Francisco Briones Nieto, y otros tres consejeros de la entidad por la acusación de estafa agravada, blanqueo de capitales, administración desleal e insolvencia punible. Los detenidos el sábado se sumaron a cinco directivos de Afinsa cuya prisión había ordenado el juez Santiago Pedraz el viernes, por acusaciones similares.

Las dos empresas venían siendo objeto de una investigación judicial a raíz de una denuncia interpuesta por un inversor afectado ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en julio de 2005. El tribunal dio cuenta del asunto a la Fiscalía Anticorrupción, que solicitó la asistencia de la Agencia Tributaria. En esta línea de trabajo, Hacienda investigó las empresas y descubrió presuntas irregularidades. Casi un año después de la denuncia, los investigadores llegaron a la conclusión que las empresas están en "clara quiebra" y a esto agrega que han incurrido además en otros delitos.

La acusación afirma que la red comercial de Fórum Filatélico consiguió "importantes aportaciones de parte de personas a las que se entregaron lotes de sellos sumamente sobrevalorados y luego cantidades en concepto de intereses que no eran tales sino parte del metálico recibido de los propios clientes". Según la asociación Consumer Action, dedicada a la defensa del consumidor en Estados Unidos, esta práctica es conocida como “fraude de pirámide”, consiste en el tipo de fraude en el que los promotores reclutan inversionistas que usan para que a su vez recluten a otros. A todos se les promete ganancias fabulosas, muy por encima de las tasas de interés que maneja el mercado. El dinero de los últimos ingresados al sistema se utiliza para pagar intereses a los que invirtieron primero para mantenerlos inmersos en el sistema el mayor tiempo posible y que sigan reclutando “inversores”.

La empresa Afinsa, por su parte, es acusada por el mismo motivo con el agravante de que además habría falsificado sellos. Según radio El Espectador de Uruguay, al menos 100.000 sellos uruguayos con un valor real de entre 16 y 37 pesos (entre 0.5 y 1.2 euros) cada uno, según la base de a datos de la Administración Nacional de Correos del Uruguay; fueron vendidos por estas empresas en España a precios cercanos a los 70 y 300 euros. Los sellos uruguayos habrían sido impresos en Argentina, con motivos de Mundiales de Fútbol europeos, y luego comercializados, por catálogo, en Europa.

Lo que el ciudadano de a pie no alcanza a entender es por qué extraña razón, si estas empresas son fraudes conocidos hace ya tiempo, se les permite seguir funcionando. Hace ya demasiado tiempo que funcionan en todo el mundo a la vista y complacencia de los diferentes gobiernos. Quizás algunas sepan disfrazar sus actividades para parecer legítimas, pero todos tenemos algún amigo, familiar o conocido que ha sido atrapado por uno de estos sistemas. Los hemos visto desesperados intentando vender jabones a precio de platino o cosas por el estilo por un período de tiempo proporcional al interés que los promotores tienen en ellos. Estas organizaciones crean una estructura de secta quasi-religiosa que mantiene al integrante enganchado en un sentimiento de pertenencia a un grupo de iluminados que conoce “la verdad” y por eso tendrá acceso a una vida de lujos y placeres vedada a aquellos que no crean ciegamente en el sistema. Los inversionistas son adiestrados al punto de pegar su foto frente a la mansión de sus sueños y escuchar permanentemente grabaciones que les instruyen acerca de cómo llevar cada detalle de sus vidas incluso la relación con sus familias. En los casos en que un esposo se incorpora al sistema y el otro se niega, llegan incluso a utilizar los medios a su alcance para romper la romper la pareja, y muchas veces lo logran.

Por supuesto que a esas autoridades económicas que tantos inconvenientes encuentran para desenmascarar los macro fraudes, no se les escapa que el pequeño comerciante vendió algún artículo sin boleta, o que algún trabajador intentó descontar algo de más en su declaración de renta anual. Será que entre fantasmas no se deben pisar las sábanas.

El País
El Espectador
 
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