lunes, noviembre 23, 2009

Que votarán realmente los uruguayos el domingo 29



Alejo Rivas Devechi, un ruguayo de segunda - Sydney 22/11/2009

Cuando se acercan las elecciones en Uruguay, los papeles se empiezan a mezclar. Ya un año antes del propio acto electoral, los partidos se embarcan en una intensa y millonaria campaña que bombardea a los votantes con mentiras, promesas, acusaciones, recuerdos tergiversados, datos mal manipulados y más mentiras. En la semana en que se decidirá el destino futuro del país, es bueno intentar aclarar las aguas y hablar de lo que más importa al hombre de la calle: cuanto quedará en su billetera después de la elección.

Una de las mayores diferencias entre el gobierno del Frente Amplio (FA) y los anteriores gobiernos, tanto blancos como colorados, es que comenzó muy lentamente a reducir las gigantescas diferencias en la distribución del ingreso entre los uruguayos. Para lograrlo, una de sus principales herramientas fue la convocatoria a Consejos de Salarios para la negociación de las condiciones laborales de los trabajadores. Los Consejos de Salarios (CS), creados a partir de la ley 10449 promulgada en 1943, son ámbitos de negociación integrados por representantes de los trabajadores, de los empresarios y del gobierno; sus decisiones son de aplicación obligatoria para toda la rama de cada actividad. Una vez promulgada la ley, los CS fueron convocados hasta 1963, cuando se congelaron precios y salarios, y sólo se retomaron en 1985, cuando el gobierno colorado postdictatorial necesitaba con urgencia una recupeación salarial.

Pero en 1992, el gobierno de Lacalle decidió disolverlos nuevamente. El argumento del entonces presidente, actual candidato blanquicolorado, para deshacerse de estos ámbitos de negociación fue que el mismo que esgrimiría 12 años después Alfie, Ministro de Economía del gobierno de Batlle. Según ellos los CS son “un error total porque en ellos termina negociando la empresa más grande de cada sector con el sindicato de esa empresa, y eso destruye a todos los más chicos”. Los políticos derechistas defendían entonces, y ahora, la necesidad de mantener los salarios bajos, porque las pequeñas empresas podrían llegar a no poder pagar los sueldos que se establecieran en los acuerdos de los CS.



El 7 de marzo de 2005, seis días después de asumir el mando, el gobierno del FA convocó nuevamente los CS. Pero curiosamente las predicciones de los economistas neoliberales no se cumplieron. De hecho los logros fueron notables, la recuperación salarial durante el gobierno del FA fue de 20 por ciento promedio, y llegó hasta el 70 por ciento en los salarios más sumergidos, mientras en el gobierno de Lacalle fue sólo tres por ciento. La convocatoria a CS se reiteró en 2006. En dos años se firmaron 394 acuerdos, de los que 351 fueron por consenso. La tercera y última ronda de CS del gobierno actual fue convocada en julio 2008 y sus resultados tienen vigencia hasta 2010, de ese modo el próximo gobierno no empezará con la urgencia de solucionar temas salariales.

Lo que cuesta entender es que un gobierno menosprecie a la población al grado de tratar de convencerla que es mejor para los trabajadores negociar individualmente su salario y condiciones de trabajo, que los consejos de salarios. ¿Que capacidad de negociación puede tener un obrero solitario frente a los contadores y abogados de las grandes corporaciones? Es más que obvio ese sistema beneficia sólo, y justamente, a los empresarios. O sea, a esas grandes empresas cuyos directorios integran los políticos cuando se retiran, algunos incluso antes. No por casualidad es el mismo sistema por el que abogan los representantes de los Partidos Populares (PP) en Europa, los Liberales en Australia y los demás partidos derechistas en general en el resto del mundo. El único objetivo de las negociaciones individuales es proveer mano de obra barata a las grandes empresas para aumentar sus beneficios.

Los CS son sólo una de las muchas y grandes diferencias entre un gobierno del FA y uno de la coalición blanquicolorada; pero es la diferencia que se ve cada día, la que permite a la gente pagar el supermercado, la cuenta de la luz, la nafta del auto; esas cuentas que muchos más pueden pagar ahora y hasta hace poco no podían. Es por eso que vale la pena reordenar los papeles y pensarlo muy bien antes de decidir volver atrás, porque los gobiernos de derecha sólo benefician a los ricos, y esos ya tienen todos los privilegios. Eso es lo que se vota realmente el domingo 29 de noviembre.
 
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