jueves, mayo 15, 2008

La crisis en España y las medidas de sus dirigentes

Alejo Rivas Devecchi – Madrid – 27/04/2008
Los efectos de la crisis de las hipotecas “subprime” han afectado las economías de la mayor parte de los países occidentales, y en particular al Reino de España. El gobierno anuncia medidas que los sectores sociales consideran insuficientes, la economía cae y al final, como siempre, pagarán los trabajadores.

En principio, el gobierno del PSOE pasó los meses que duró la campaña electoral intentando esconder las señales de caída económica. Lógicamente eso afectaría su credibilidad como administrador y le quitaría votos. Claro que si se hubiera actuado antes, (como un buen administrador) los efectos en las economías domésticas españolas hubieran sido menores, pero las prioridades de los dirigentes son claras, y el bienestar de sus compatriotas nunca encabeza la lista, los votos si, obvio.
El Partido Popular si se ha pasado el último año alertando acerca de la crisis, pero como sus dirigentes sufren de un profundo síndrome de pastor mentiroso, ya nadie les cree nada.

En la edición del 18 de abril 2008 del matutino Público, se anunció la aprobación, en el primer consejo de ministros de la novena legislatura, de un paquete de medidas económicas impulsado por el gobierno, tendiente a paliar la crisis. Según el sitio web del PSOE, el paquete económico del gobierno consistirá en una inyección de 10.000 millones de euros en la economía del país. La vía de introducción de ese dinero será el pago de los 400 euros prometidos a cada contribuyente, que costará 6000 millones, y los 4000 restantes se dedicarán a medidas para facilitar la financiación de las pequeñas y medianas empresas, así como avales para que los bancos faciliten la compra de viviendas de protección oficial.

Ahora bien, más de la mitad de la ayuda económica con la que el gobierno español pretende detener la crisis consiste en aportar 400 euros (por única vez) a 15 de los 20 millones de trabajadores españoles. El sueldo promedio en España es de 1500 euros mensuales, la inflación del último año fue mayor al cuatro por ciento según cifras oficiales (aunque todos sabemos que triplica eso con creces), así que, sumando con los dedos, al trabajador promedio le faltarían 320 euros ese año, sólo para empatar la inflación oficial. Claro que el gobierno se olvida de los desempleados, que ya cuentan dos millones y según estimaciones optimistas, aumentarán en medio millón este año.
Claramente los 400 euros del gobierno son o una burla o un intento de tapar el sol con el dedo.

Uno de los sectores más afectado por la crisis en España es la industria de la construcción que, como cualquier abombau se da cuenta, arrastra al resto de la sociedad en su caída. Según la prensa local del sábado 26 de abril “la venta de viviendas ha caído un sesenta por ciento en los últimos ocho meses”. Se trata de una cifra confirmada por el presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España, Guillermo Chicote, que evaluó en aproximadamente medio millón el número de viviendas en "stock" en la actualidad, es decir que no se han podido vender.

A pesar de la situación, Chicote descartó la posibilidad de una pronta bajada de los precios de la vivienda, aunque reconoció que habrá promotores que se verán obligados a bajarlos por problemas financieros. A su juicio, "la única forma de abaratar la vivienda es conseguir que el suelo sea mucho más barato".

Lo que Chicote se olvidó de explicar es que el precio de la vivienda en España aumentó exponencialmente en los últimos años. Según los informes anuales publicados por Idealista.com, el promedio del metro cuadrado de vivienda en Madrid subió desde 1849 euros el 31 de diciembre de 2000 a 4865 euros el mismo día de 2006, un 263 por ciento de aumento que significa un promedio anual de 37,6 por ciento.

Pero la economía española ciertamente no siguió el mismo ritmo, según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, (Employment Outlook, 2007) entre los años 2000 y 2005, los salarios en España descendieron una media anual de 0,3 por ciento. O sea, dicho todo esto en cristiano, en este período los españoles se vieron obligados a dedicar casi tres veces más dinero de sus ingresos a pagar sus viviendas y satisfacer la voracidad de los especuladores inmobiliarios, al tiempo que sus salarios se reducían. Los dueños de las empresas constructoras, los dueños de las tierras y los intermediarios inmobiliarios amasaron inconmensurables fortunas en los últimos años a costa de la reducción de la calidad de vida de los consumidores ante la vista y complacencia de los gobernantes de turno.
No es extraño que ahora se nieguen a reducir el precio de la vivienda, pues pese a la enorme disminución de la venta, sus ganancias seguirán siendo exorbitantes.

En resumen, la crisis no sólo proviene del gran imperio del norte, la economía local ya venía muy mal desde hace tiempo. Su llamado crecimiento económico, era en realidad aumento del endeudamiento de las familias, al tiempo que se multiplicaban las ganancias de las empresas gracias a la disminución de los salarios y la multiplicación incontenida de los precios. Y las medidas para detener esta situación parecen al ciudadano de a pié tan efectivas como arco y flecha contra tanques blindados.

Recesión es cuando tu vecino se queda sin empleo; depresión es cuando lo pierdes tú (increíblemente, Ronald Reagan).

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