jueves, mayo 15, 2008

Los planes del viejo presidente del nuevo gobierno del Reino de España

Alejo Rivas Devecchi – Madrid – 14/04/2008.-
José Luis Rodríguez Zapatero, al ser investido por segunda vez como presidente del gobierno, ahora para el noveno período legislativo del reinado de Juan Carlos I de Borbón, pronunció un discurso sin anunciar novedades para los ciudadanos de a pie, aunque si algunas decepciones para los inmigrantes, que ya constituyen un diez por ciento de la ciudadanía del país.

Escuchando a Zapatero uno se pregunta si lee los discursos para sí antes de pronunciarlos en voz alta frente a un micrófono. Afirmaciones como que planea "impulsar una clara idea de España... un país unido y diverso... y comprometido con la paz y el cambio climático", contrastan mucho con el paisaje que presenta la España del siglo XXI. Un país, lejos de diverso, intolerante con miles de casos anuales de violencia xenófoba; que tiene tropas de ocupación en Afganistán y en cuyas ciudades y pueblos prima el cemento y la luz artificial. La exageración constructiva indiscriminada y la iluminación eléctrica exacerbada no condicen con la expresión de intenciones de compromiso con el cambio climático, a menos que se refiera a acelerarlo.

Además da la impresión que el nuevo presidente no lee los diarios españoles cuando dice que pretende “alcanzar el pleno empleo y la igualdad definitiva entre hombre y mujeres", ya que hace semanas que su ministro de trabajo Jesús Caldera viene anunciando lo contrario, justamente el domingo 13 afirmó estar preocupado acerca del empleo “porque la evolución a lo largo de este año puede continuar en una senda descendente".

El Presidente del nuevo gobierno socialista anuncia medidas económicas realmente poco socialistas. A los autónomos, asalariados y pensionistas deducirá 400 euros de su pago de IRPF. A las empresas adelantará las devoluciones de IVA, reducirá en un 30 por ciento su carga fiscal administrativa. Además eliminará el impuesto al patrimonio. A simple vista, parecería que una persona dueña de una empresa o con un gran patrimonio (o sea aquellos a quienes la crisis afecta menos) obtendrá bastante más de 400 euros de las medidas del nuevo gobierno, lo que hace que no parezcan muy socialistas sus planteos.

En lo referente al tema de la inmigración su discurso es, como poco, contradictorio; por un lado, afirma en su introducción al tema que los inmigrantes “con su trabajo contribuyen a nuestra riqueza económica, social y cultural” y que la inmigración es un fenómeno “que juega un papel fundamental en nuestro crecimiento económico y en la sostenibilidad de nuestro modelo social; hasta el punto de contribuir a hacer sostenible nuestro sistema de pensiones”. Pero a renglón seguido desliza una duda acerca de todo lo anterior cuando asegura que “intensificaremos la cooperación con Comunidades Autónomas y Ayuntamientos para que ni un solo ciudadano se vea privado de cualquier derecho o ayuda social por la llegada de inmigrantes”. No parece que quede muy claro, ¿los inmigrantes aseguran el mantenimiento de la seguridad social o son una amenaza a los derechos de los nacionales?

En el plano internacional, el presidente Zapatero anuncia que se compromete a trabajar para “consolidar la democracia en América Latina” y que desearía “abrir un capítulo nuevo con EEUU, para intensificar nuestra cooperación". Esta intención es la más novedosa de las expresadas en el discurso de investidura. España es un país que entiende la democracia como una Monarquía en la que, según su Constitución, “la persona del Rey de España es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Un país que cuenta con un sistema electoral que permite la reelección indefinida del Presidente del gobierno, pero no su elección directa. Cabe preguntarse como un país así puede ayudar a consolidar la democracia en países sin monarcas ni nobles, que eligen directamente a sus representantes. Aunque más difícil aún es adivinar qué relación encuentra el presidente del gobierno socialista entre “consolidar la democracia” dondequiera que sea y “abrir un capítulo de cooperación con EEUU".

En definitiva, el discurso del presidente José Rodríguez no augura cambios estructurales, en ninguno de sus frentes de acción y no parece muy socialista en sus planteos. Claro que la alternativa, el derechista Partido Popular propone inclinar bastante más la balanza a favor de las clases dominantes en perjuicio de los dominados, y de su concepto neofranquista de democracia mejor no hablar.

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