sábado, noviembre 25, 2006

La reunión cumbre iberoamericana no llegó a la cima


Por Alejo Rivas Devecchi (www.alejo.info)

El domingo pasado terminó en Montevideo la XVI Cumbre Iberoamericana con la asistencia de 22 países, pero sólo 15 presidentes. El documento final del encuentro, la Declaración de Montevideo, entre otras resoluciones condena el muro que construyen los Estados Unidos en su frontera con México y exhorta a respetar los derechos humanos de los migrantes; o sea nada.

Fidel Castro, uno de los dos ausentes más destacados del encuentro, no ha asistido a una cumbre desde que en la X reunión en el 2000 en Panamá, se produjera un intento de atentado contra su vida. Debido a sus actuales problemas de salud no se esperaba la asistencia del líder cubano, pero tampoco llegó a Montevideo Raúl Castro, presidente en funciones de la isla, que envió una delegación comandada por Carlos Lage Dávila, vicepresidente del Consejo de Estado.

El presidente brasileño Inacio Lula Da Silva, se excusó explicando que se está tomando un descanso para recuperarse de la tensión de la reciente contienda electoral que lo reeligiera. De paso se ahorra otra fuente de tensión, la de encontrarse en medio del conflicto que mantiene Argentina contra Uruguay por la instalación de plantas de procesamiento de celulosa. Por su parte, el mandatario del reino de de España, el rey Juan Carlos de Borbón, aceptó la función de “facilitador” de un acuerdo entre los países rioplatenses.

La cumbre fue transmitida en directo por la televisión uruguaya, lo que no agradó a los asistentes, que se quejaron de que esto impidió la discusión abierta entre los participantes. Al parecer estos gobernantes están dispuestos a hacer uso del poder, las riquezas y todas las ventajas que les otorgan sus ciudadanos, pero no creen que la gente común tenga derecho a saber como usan las facultades políticas que les confiaron.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, destacó la estrategia consensuada para lidiar contra los flujos migratorios basada en la "cooperación, la legalidad y el derecho de los emigrantes". Claro que no explicó cuales son las medidas que se utilizarán para lograrlo. Por ejemplo, no dijo cómo se actuará para que los funcionarios policiales de inmigraciones, sus empleados, dejen de mentir a los inmigrantes acerca de sus derechos para evitar que se conviertan en inmigrantes legales.
Tampoco dijo porqué España incumple los tratados de libre circulación de ciudadanos que acordó con países latinoamericanos cuando eran los españoles los que, escapando de la miseria en su tierra natal, se veían obligados a dejarla en busca de mejores horizontes.

Pero los mayores ausentes en esta reunión fueron los verdaderos protagonistas, o mejor dicho víctimas de la política de estos mandatarios, los emigrantes. Como en todas las reuniones de políticos desde que la humanidad empezó a soportar a estos individuos, faltó la voz de los verdaderos interesados y la declaración final no dice nada que ya no sepa todo el mundo y tampoco prevé ninguna medida para llegar a los fines que supuestamente se propone, como siempre nada nuevo bajo el astro rey.

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