miércoles, marzo 29, 2006

Caricaturas que ciertamente distraen

Por Alejo Rivas Devecchi

Desde principios de febrero, se vienen produciendo en toda Europa manifestaciones de musulmanes contrarios a la publicación de caricaturas sobre el profeta del islamismo. Más allá de la discusión acerca de la ofensa a sentimientos religiosos, hay más de un tema velado en los titulares. El primero, la cada vez menos libre libertad de expresión; el segundo, una nueva guerra en puerta.

El 11 de febrero, El País de Madrid anunciaba que eran ya 11 los muertos a consecuencia de las protestas contra las caricaturas. Entonces parece evidente preguntarse que es lo que importa a las religiones. Me refiero a qué tipo de fe religiosa se horroriza por unos dibujos y niega el derecho de la gente a dibujar, escribir, decir y cantar lo que se le ocurra al tiempo que se matan once personas sin el más mínimo rubor.

Surgen en todo el mundo voces, obviamente de políticos a la caza de votos, que censuran la publicación alegando que el derecho a la libertad de expresión debe ser ejercido con prudencia, sentido común y respeto. Parece oportuno el argumento del español Alejandro Gándara que, en su blog “El escorpión”, contestó este argumento sosteniendo que si hubiera que ejercer el derecho a la libertad de expresión con prudencia, sentido común y respeto, no necesitaríamos libertad de expresión, alcanzaría con esas actitudes, por cierto tan raras.

Hasta aparecen encuestas, como la del diario digital español “20 minutos.es”, que plantea: ¿Deberían prohibirse las parodias, chistes y bromas sobre las religiones?
Muy buena idea amigos ibéricos, luego seguiremos con las referidas a políticos, militares, abogados, ingenieros, negros, judíos, y ¿por que no aprovechar la volada para mejorar su imagen internacional y prohibir los chistes de gallegos? De hecho podríamos cortar por lo sano y directamente prohibir los chistes, por si se nos escapara alguna comunidad sensible. Claro que una vez prohibida la risa deberíamos seguir con el llanto, la ansiedad y demás despreciables manifestaciones de emociones humanas, con el perdón de la palabra.

La incomodidad con la libertad de expresión no es patrimonio exclusivo de los musulmanes ni de estos tiempos, la mayoría de las religiones institucionales, con la célebremente genocida Iglesia Católica a la vanguardia, han intentado desde el mal momento de su aparición en este mundo, prohibir a los hombres escribir, dibujar, cantar, hablar y pensar. En resumen toda actividad creativa es censurable en función del canon divino. Eso sin mencionar la actividad humana creativa por excelencia, el sexo. Todas estas religiones condenan a terribles castigos a aquellos que osen disfrutar de los placeres de su cuerpo, por suerte la mayoría en dudosas vidas supraterrenas. Aunque algunos optan por prevenir acá mismito cortándoles partes a las gentes, obviamente antes que tengan tamaño para defenderse de tal tropelía. Cualquiera que haya asistido a la barbaridad primitiva de un Bris judío sabe de qué hablamos.

Pero hay otra cara de esta moneda, que se hace evidente cuando uno se pregunta por qué, si las caricaturas fueron publicadas en setiembre, los fieles esperan cinco meses, hasta febrero, para manifestar su profunda indignación. Parece como si durante todo ese tiempo no se hubieran dado cuenta de la blasfemia, y sólo ahora alguien les hubiera venido a llamar la atención acerca del pecado mortal, absolutamente mortal para muchos.

Cuando desfasajes como este suceden, un lector atento empieza a recorrer titulares buscando coincidencias, alguna pista que devele el motivo de mantener tremenda agresión religiosa contenida durante tanto tiempo. Y así se encuentra con títulos que hablan, en su mayoría, de la violencia de los musulmanes contra los occidentales:
“manifestantes prendieron fuego a las banderas de Dinamarca, Noruega, España y Alemania como parte de la manifestación de protesta por la publicación de las caricaturas”, o “Decenas de manifestantes iraníes arrojaron hoy piedras contra la embajada de Austria (presidenta de turno de la Unión Europea) en Teherán en protesta por la publicación en Europa de caricaturas del profeta Mahoma.”

Entonces hay un par de palabras que empiezan a parecer siempre juntas: Irán y violencia. Pero el lector sigue buscando, asustado por esta asociación semántica que no vaticina nada bueno. Encuentra entonces que estos atrevidos iraníes osan, al decir de Estados Unidos, pretender enriquecer uranio para usarlo como combustible en sus plantas de energía. Esto no viola el tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), que entró en vigor en 1970 y EEUU no cumple pero controla estrictamente que los demás cumplan, pero a la casa blanca no le gusta de todos modos.

Aparecen entonces titulares sobre las alertas del pentágono acerca de la posibilidad de que Irán esté empezando a fabricar armas nucleares, justo los iraníes, esos que el otros titulares dicen que son violentos. Por suerte los norteamericanos, que son tan pacíficos que no han sobrepasado aún las cien invasiones con sus consecuentes genocidios, se dieron cuenta y lo van a impedir. ¿Cómo lo van a impedir? Atacándolos, de hecho la administración Bush (de acuerdo al Nuclear Posture Review) cree que las armas nucleares son una parte integral de la guerra contra el terror. O sea que un país que ha invadido decenas de países indefensos y exterminado millones de personas, va a atacar con armamento nuclear a otro país que no ha atacado a nadie, para evitar que fabrique armas nucleares. Con razón lo de las caricaturas, esto sólo puede ser un chiste.

¿Continuará?

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