sábado, febrero 03, 2007

Tapando el sol con el dedo



Por Alejo Rivas Devecchi (www.alejo.info)

El lunes 29 de enero, el Sydney Morning Herald publicó una nota titulada: “EEUU exhorta a sus científicos a que bloqueen el sol”. Instalar espejos de dimensiones planetarias o cubrir las capas exteriores de la atmósfera con polvo reflejante para disminuir la radiación solar, son las opciones que se manejan, ideas ya conocidas en el mundo del cine y las novelas de ciencia ficción, lo que extraña es encontrarlas entre los temas de actualidad de un matutino.

Si amiga, amigo, leyó bien, ahora los yanquis plantean tapar el sol como solución última contra el calentamiento global. Esa es su respuesta al reporte del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), e intentan que la posibilidad de filtrar la luz solar se incluya entre las conclusiones de este reporte.

O sea, la tierra es como un ser que tiene una enfermedad, una enfermedad muy grave causada por unos animalitos que andan por su epidermis emitiendo gases nocivos para su vida. Los “doctores planetarios” yanquis proponen que, en lugar de reducir la emisión de gases, incluso en lugar de reducir el aumento de la emisión, se maquille la piel de la tierra para que el problema no se note mucho.
No se precisa ser experto en planetología para entender que la luz solar no sólo incluye radiaciones nocivas, también genera vida. De hecho la energía solar que llega a la tierra en forma de radiación es la única fuente de energía de nuestro planeta. Por lo tanto la propuesta de los EEUU equivale a reducir la fuente de vida de nuestro planeta para poder seguir enfermándolo y que no le duela mucho, por ahora.

Al mismo tiempo, encarga a sus diplomáticos la tarea de interferir en las negociaciones para un nuevo tratado de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (que nunca firmó), en lugar de gastar esos recursos en encontrar la forma de realmente disminuir esas emisiones. Según los estudiosos norteamericanos, reduciendo menos del uno por ciento de la radiación que llega a la tierra, se compensaría por el calentamiento ocasionado por los gases emitidos desde la revolución industrial.

Ahora bien, si aceptamos que el sol es la fuente de toda nuestra energía, y sabemos que la mayoría de la humanidad no tiene, al día de hoy, la energía suficiente para llevar una vida, no ya confortable, ni siquiera digna ¿Qué pasaría si redujéramos en un uno por ciento esa fuente de energía? Sencillamente le quitaríamos la energía necesaria al siguiente uno por ciento de la población mundial, esto es aproximadamente 65 millones de personas, obviamente pobres. O, dicho relativamente, una vez y media España, más de tres veces Australia, o casi 22 veces Uruguay, pobre más pobre menos.

Cualquier persona razonable pensaría que si ese es el precio para salvar a seis mil quinientos millones de vidas, vale la pena pagarlo, aunque sea caro. Lo malo es que esto se plantea como alternativa a soluciones que ya han probado ser eficaces, como la energía solar, eólica, maremotriz, nuclear limpia, etc. Pero que los EEUU no aceptan utilizar esas fuentes energéticas porque su proliferación acabaría con su dominio militar y económico del planeta. La invasión de Irak y demás países ricos en petróleo habría sido una vana inversión si ahora fueran a aceptar que las economías de los países bajo su dominio se independizaran del petróleo y usaran en su lugar fuentes de energía baratas, limpias y renovables. Los EEUU están claramente cuidando sus inversiones y asegurando sus réditos presentes y cercanamente futuros, y si en ese proceso se llevan puesto el planeta no importa, será sólo otro “daño colateral”.

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