miércoles, agosto 30, 2006

Los gobiernos y los gobernados, posiciones diferentes

Por Alejo Rivas Devecchi (www.alejo.info)

Tarde de sol, la playa de La Tejita, en el municipio de Granadilla de Abona al sur de la isla de Tenerife, está atiborrada de turistas de toda Europa disfrutando de su descanso estival. De repente, se avista algo entre las olas, un cayuco cargado muy por encima de su capacidad de inmigrantes subsaharianos. Los veraneantes no desconocen la tragedia de los inmigrantes ilegales, pero los que hasta ese momento sólo eran imágenes en televisión, ahora son gente de carne y hueso a punto de ahogarse en la orilla de sus sueños.
La reacción de los turistas es inmediata y unánime, todos ponen sus cremas bronceadoras a un lado y corren a la orilla a auxiliar a los náufragos. Les dan agua, los protegen del sol con sus toallas y tratan de calentar frotando y abrigando a aquellos al borde de la hipotermia. Cuando llegan los rescatistas la situación está casi bajo control, la solidaridad espontánea de la gente reemplazó eficientemente al aparato estatal.

No es una expresión de deseo, es una imagen que se empieza a volver habitual en la costa española, esta semana sucedió dos veces en la playa La Tejita en las Islas Canarias. Y como dice Isaac Asimov en “Los Propios Dioses”, el dos es un número ridículo; algo puede ser un evento único, pero si algo sucede dos veces, seguirá sucediendo. La primera fue el domingo 30 de julio, llegó a esa playa una embarcación con 88 inmigrantes africanos que fueron socorridos instantáneamente por los turistas. El Jueves 3 de agosto la escena se repitió en la misma playa, esta vez con un cayuco en el que arribaron otros 49 inmigrantes.

Estos hombres y mujeres que dejan sus vidas y sus familias para embarcarse en la más incierta travesía de sus vidas, pagan aproximadamente 12 mil euros por el “privilegio” de ser abandonados por los traficantes de seres humanos en mares embravecidos, a bordo de embarcaciones precarias y sin ninguna experiencia marítima.

La actitud del gobierno español, aunque realmente humanitaria si se la compara con las posiciones que ostentan países como Australia, Malta, Italia, Estados Unidos y tantos otros, es de represión de la inmigración ilegal. Constantemente se reúnen autoridades de Europa y todo el mundo para encontrar los medios para “frenar la inmigración ilegal”. Se hacen planes de patrullaje conjunto, convenios de repatriación forzosa de aquellos que, tras hipotecar toda su vida laboral junto a la de parientes y amigos, tienen la ventura de no morir ahogados; una especie de ludo macabro donde el desposeído pierde tres tiradas y vuelve al inicio.

Por suerte empiezan a alzarse voces, a formarse organizaciones a buscar formas de ayuda y no de represión para los emigrantes. Por primera vez se reclama el derecho de cualquier ser humano a vivir donde le plazca y se acuña el concepto de “ciudadanía universal”. Mientras los gobiernos buscan reprimir, apresar, reportar, indocumentar; las personas de la playa de La Tejita muestran que la voluntad popular es abrigar, socorrer, acompañar, recibir. El fenómeno emigratorio ha sucedido desde los inicios de la humanidad, los movimientos de personas han poblado y desarrollado los lugares más recónditos e inhóspitos del mundo; pero a los socio-tecnócratas postmodernos se les ha ocurrido prohibirlo, segregarlo, ilegalizarlo. Otra de las partidas en que llevan las de perder, porque tarde o temprano la vida se abre paso y como dice Martín Fierro “no hay tiento que no se rompa ni tiempo que no se acabe”.


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