miércoles, agosto 30, 2006

Festejemos, murió Stroessner el gran criminal

Por Alejo Rivas Devecchi (www.alejo.info)

El miércoles pasado fue día de fiesta para los paraguayos y, por extensión, para la humanidad. La noticia de la muerte del dictador paraguayo Alfredo Stroessner en Brasilia, donde residía fugitivo de la justicia de su país desde que fuera derrocado en 1989, fue recibida con alivio por todos los que de un modo u otro sufrieron las consecuencias de sus crímenes contra la humanidad.

Stroessner fue el dictador latinoamericano que duró más tiempo en el poder. Nació en 1912 en Encarnación, a 370 kilómetros de Asunción, hijo de un bávaro y una nativa. Ingresó al ejército 1929 y combatió en la Guerra del Chaco contra Bolivia. En 1951 llegó al puesto de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y desde ahí se facilitó el acceso al poder que obtuvo por el método militar, derrocando al presidente el 4 de mayo de 1954. Designó por tres meses a Tomás Romero Pereira como presidente provisional, un colaborador servil que le preparó el terreno para asumir oficialmente la “presidencia” el 15 de agosto. A partir de entonces se autoeligió sucesivamente en 1958, 1963, 1968, 1973, 1978 y 1983.

Según un informe publicado por el matutino argentino Página 12, Stroessner utilizó el tradicional Partido Colorado para intentar ganar apoyo popular mientras en los hechos aumentaba los privilegios de la s clases dominantes. También creó una secta político-religiosa llamada “Pueblo de Dios” que se define como: “católica, apostólica y paraguaya”. Esta secta rescribió los salmos bíblicos para introducir al dictador como un enviado de Dios. Su dictadura fue de las más sangrientas de América Latina, y dejó un saldo de mil desaparecidos y asesinados y más de dos millones de exiliados entre los que se opusieron al régimen. Abierto simpatizante del nazismo, el dictador convirtió su país en refugio de varios criminales de guerra, como Josef Mengele, y de otros dictadores en desgracia, Anastasio Somoza.

Cuando los Estados Unidos comenzaron a retirar su respaldo abierto a las dictaduras del cono sur, Paraguay se vió rodeado de países en procesos de recuperación democrática que terminaron por aislar la dictadura hasta su caída definitiva. El mismo método que el general fascista utilizara para acceder al poder fue empleado por sus traidores para derrocarlo: un golpe de estado en febrero de 1989 liderado por su consuegro, el general “El Tigre” Andrés Rodríguez. El dictador derrocado se asiló en Brasilia, donde se mantuvo hasta su muerte escapando de la justicia paraguaya que lo requiere por cuatro juicios por delitos de lesa humanidad por la tortura y muerte de al menos 120 opositores, y de la justicia internacional que lo juzga por su participación central en el Plan Cóndor, con el cual los aparatos represivos de las dictaduras del sur de Latinoamérica coordinaron sus acciones de genocidio.

El actual gobierno del Paraguay
ha dado un ejemplo de dignidad nacional al negarse a organizar el sepelio del ex -represor. Esta decisión marca un fuerte contraste con sus vecinos Argentina y Uruguay que honran a sus ex-dictadores con millonarios sueldos vitalicios, autos oficiales, secretarios y guardaespaldas pagados por los contribuyentes, que en su mayoría ni se enteran. El vicecanciller Luis Morínigo, ministro de Exteriores interino del Praguay djo que su gobierno no va a organizar ningún acto oficial para Stroessner como ex mandatario: “él tenía casos pendientes con la justicia paraguaya y cuando se le solicitó se presentará a pagar sus cuentas pendientes con la justicia se refugió en un país amigo como Brasil en vez de enfrentar sus culpas”, declaró el ministro.

Resulta como mínimo asombroso, que países democráticos como Brasil sean, ante la vista y consenso de toda la comunidad de la región, asilo de criminales contra la humanidad requeridos por la justicia internacional. Y resulta además decepcionante la clara comprobación de la parcialidad de los aparatos “legales” de las democracias contemporáneas, que son tan eficaces al deportar a los trabajadores pobres indocumentados, y sin embargo son incapaces de llevar a los asesinos de miles a responder por sus crímenes.

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La dictadura de Stroessner

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