lunes, marzo 26, 2007

Uruguayos y argentinos están hartos de cortes.


Por Alejo Rivas Devecchi

El pasado cinco de febrero se produjeron dos episodios de reacción contra los piqueteros que cortan los puentes sobre el río Uruguay, tanto los montevideanos como los comerciantes de la localidad argentina de Colón llegaron al límite de su paciencia y dijeron basta a los cortes de puentes que perjudican a las poblaciones de ambos lados del río.

El lunes cinco de febrero a las siete de la mañana, un grupo de comerciantes de Colón se encaminó al puente internacional que los une, con la ciudad uruguaya de Paysandú (o los separa, según convenga a los piqueteros y a quienes los mandan) y procedieron a romper el bloqueo con sus propias manos, despejaron la ruta, y quemaron las vallas a un costado de la carretera. Dijeron que estaban hartos de ser perjudicados por los cortes que a nadie hacen bien y causan enormes pérdidas a los pobladores de ambas márgenes del Uruguay.

Los “ambientalistas” comenzaron los cortes de puente Paysandú – Colón esta temporada el primero de diciembre en forma intermitente y de corta duración, pero luego los grupos piqueteros decidieron cortar la ruta de forma ininterrumpida, lo que terminó por desencadenar la reacción espontánea de los comerciantes afectados.

El mismo día un grupo de “asambleístas” se dirigieron a la Plaza Independencia, en el centro de la ciudad de Montevideo para “informar” a los vecinos acerca de su reclamo. Pero los vecinos de Montevideo también están cansados de abusos contra sus compatriotas litoraleños y contra su industria turística. Desde la mañana, se reunieron varios montevideanos en la plaza a esperar que llegaran los activistas. Pasado el mediodía llegaron los activistas argentinos y fueron rodeados por un grupo de cerca de 500 manifestantes, que les insultaron profusamente y, literalmente, los echaron de la plaza. Los argentinos fueron evacuados bajo protección policial y conducidos al puerto de Montevideo para que volvieran a su país a la brevedad.

Lo que estos episodios vienen a dejar en claro es que ambos pueblos están agotados de ser víctimas de las luchas de poder de quienes se benefician de crear antagonismos, como se ha hecho una y otra vez desde los tiempos del Virreynato del Río de la Plata. Ante la ineficiencia de sus autoridades, los habitantes llegaron a tomar la solución por mano propia porque, como bien lo dijo el gran viejo: su autoridad emana del pueblo y cesa, ante su presencia soberana; ojalá así fuese.

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